miércoles, 31 de octubre de 2007

Mas allá de un andén

Ellos se conocieron por casualidad, que casualmente es como se suelen conocer los grandes amores o por lo menos los que merece la pena recordar; aquellos amores que trascienden en la noche de los tiempos, no porque sean mejores, ni mas bonitos, ni mas intensos, merecen la pena porque pasan por mi vida y ahora me apetece contarlo.
Ella seguramente estuviera sola, leyendo algo de Saramago o yo que sé, no sobresalia por encima de las demás, no era muy guapa pero aquella mañana tenia a su favor una tenue luz invernal que se colaba por la ventana de aquel bar, otorgandole sin querer un aire distinto del que tenia y a su vez acentuaba sus rasgos asiáticos o por lo menos lo que queda de ellos después de muchas generaciones y ese brillo en los ojos que solo se consigue cuando no tienes nada de que preocuparte y sabes que todo va bien.
El se le acerco de repente con alguna excusa tonta, que si la silla estaba ocupada o si tenia fuego, el caso es que ella le sonrió y él se sintio correspondido lo que hizo que se envalentonara a invitarla a un café, estuvieron un rato hablando, de cualquier cosa, del tiempo supongo, no lo recuerdo bien.
A partir de entonces quedaron todos los dias a la misma hora, ella sentada junto a la ventana y él a su lado; inevitablemente ella se enamoró de aquel hombre y decidió que queria ser parte de su vida y quedarse para siempre ahi, en aquel bar, junto a aquella ventana, a su lado.
Paso el tiempo y dejé de verles pero supongo que nada habia cambiado, la vida se quedó congelada el día que les conocí.
A ella volví a verla el domingo pasado, caminando sola por el anden, si me hubiera fijado bien hubiera visto latir su corazón debajo de su blusa, los ojos le brillaran e intentaba ocultar la sonrisa; me cruce con ella y di por echo que iba a encontrarse con él, no le dí mayor importancia y me marche.
Después de media hora esperando la llegada de mi autobus que como siempre es el último en llegar y el primero en irse, la vi detrás de mi, esperando el mismo autobus y lamiendose las heridas, no sé que pasó, tampoco me pareció bien preguntar, a veces puedo ser muy discreta si quiero; mi amiga se sento junto a la ventana, clavo la mirada en la calle y en la gente, pero a traves del cristal, vi su cara de derrota, quizás él no fué a buscarla o ella pasó por allí con la esperanza de verle, o que sé yo, nisiquiera sé si seria el mismo amor u otro nuevo, aunque acaba de encajar una derrota no permitió que las lagrimas brotaran de sus ojos, eso ya lo haria luego, a solas.