sábado, 8 de marzo de 2008

La asesina de la Unesco

Ella era una mujer bastante normal, de esas que te cruzas en el metro y te fijas porque es muy mona y muy dulce, pero no reparaas en ella, tanto como para perseguirla. Iba a diario a trabajar, desayunaba con sus amigos, se reía de todo, le encantaba el chocolate y los hombres calvos.

Todo en su vida era normal, en serio, yo la vi un par de veces pasar por mi lado y nunca me hubiera imaginado lo que planeaba, lo que su enferma mente era capaz de planificar, de manera tan fría y calculada, que aún ahora, tantos años, todavía me eriza la piel.
Esta mujer trabajaba en un circo bastante cutre de los que hacen giras por los pueblos en verano, se encargaba de maquillar a los payasos, bueno al payaso, solo había uno porque ya os he dicho que era un circo con un presupuesto muy limitado, era un noviete que conoció en un concierto de David Bisbal, vivían en una caravana de seis metros cuadrados pero eran muy felices los dos, él le hacia mariposas con globos y ella lloraba de la risa, un día en que la mujer bastante normal estaba dando de comer a los cerdos, (eran la actuación estelar del circo), vio al payaso liándose con una de las mellizas equilibristas detrás de la jaula de los loros, no dijo nada, no dio gritos, ni se enfado, ni nada, entro en la caravana, metió en una mochila una copia del Principito, sus zapatillas de ballet, un par de jerséis por si hacia frió y un bocadillo de choped, tenia una deficiencia en los lagrimales que le impedía llorar, los médicos lo llamaban orgullo, así que levanto su cabeza, le regalo una sonrisa enorme al mundo, se coloco el flequillo, se anudo la bufanda azul y comenzó a andar, sin rumbo, hasta que encontrara un sitio calentito donde quedarse.


(mañana continuare con la crónica negra de esta mujer que llevo al suicidio a mas de mil personas, ahora estoy cansada)

2 comentarios:

MSalieri dijo...

Vale, mañana seguiré leyendo.

Mar y Sol(a veces tenue y otras no) dijo...

He padecido y he visto tantas veces esa deficiencia...
Un abrazo