Ya todo se ha quedado vacio, el sol empieza a calentar en esta primaver que se acaba sin empezado.
Las ventanas cerradas, las pizarras limpias y las aulas solitarias.
Miedo y angustia ante un futuro incierto; listas, notas, sudor, finales, lagrimas...
Largas noches de insomnio bajo un flexo, tazas de café vacias y envoltorios de magdalenas encima de la mesa compartiendo domicilio con apuntes de cuántica, Platón y poetas olvidados.
De repente una canción conocida en el Ipod, me arranca una sonrisa y me hace tararear, por un momento me pierdo por los campos de castilla, examino mis ojeras, ¡son las tres!, deberia dormir un poco, ya no me acuerdo de aquella fórmula, me estiro, bostezo, ¡venga!, una horita mas, si total, son dos días, y después... después esperar con el estómago encogido, esas malditas notas que condicionaran mi futuro.
No me arrepiento, es un placer, tanto sueño esta pagado con una mirada de orgullo de mi padre.
Dos días mas y termino.
1 comentario:
Ánimo, no te queda nada. Mucho hemos pasado ya por eso y... chica, luego te das cuenta de que no es para tanto. Si yo pudiera invertir el reloj de arena de la vida sin duda iria unos pasos atras, hasta mi tiempo como estudiante fue maravilloso.
Una noche estudiando Biomecanica (soy fisioterapeuta) tome tanto café que me pillé un colocon de la hostia, y todavia me recuerdo hiperactiva haciendo ejercicios recomendados a personas con Parkinson a las 4 de la mañana en la calle... Pasaron los picoletos y creo que se plantearon llevarme a Alonso Vega (un antigua psiquiatrico de Madrid)... fue una paranoia tremenda.
Un brazo, Ally
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